Había salido temprano, con mi impecable atuendo mi cabello de peluquería y maquillada para las camaras, eran los primeros días me tenía que ver verdaderamente no como una taxista sino como una periodista, distinguirme del resto. Eso crei el primer tiempo, tambien debia salir bien porque estaba mi imagen en juego. Paraba a almorzar con los demás tacheros en una esquina centrica donde todos estacionaban sus autos, panzas enormes por la falta de actividad, comer basura todo el día son algunas de las caracteristicas del trabajo, necesitaba nutrirme de esas historias del humo de sus cigarrillos, de las charlas de cafe, de la critica de los partidos y los tecnicos. Al verme bajar del taxi muchos no creyeron que esa rubia fuera taxista, todos cuchicheaban al grito de dame lo de siempre turco.
El turco era el dueño, y yo la unica mujer, lo cual al principio me resulto un tanto incomodo. Hasta que uno rompio el abrumador silencio con una pregunta, de que planeta venis mama, una risa generalizada me devolvio el aliento.
Vos no sos tachera, no jodas, la verdad les cuento un secreto, no estoy haciendo un documental. Y quiero mostrar el trabajo de ustedes desde adentro trabajando las horas que ustedes trabajan, pasando por lo mismo que ustedes pasan, el transito, el caos, los accidentes, los robos.
Bueno querida preparate y te esperamos todos los mediodias, eso si, vas a aumentar de peso, preparate.
Y asi segui rumbo hacia mi proximo pasajero, ya habia conquistado a mis colegas, tendria nuevos amigos, y un lugar para enterarme de los pormenores de la profesion.
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